Mercedes: el corazón sereno de la llanura
Hay ciudades que se presentan con estridencia y otras que te abrazan sin palabras. Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, es de las que eligen susurrarte al oído, envolverte en calma y dejarte una sensación de hogar aunque sea la primera vez que la recorrés.
Ubicada a tan solo 100 km de la Ciudad de Buenos Aires, Mercedes es un rincón donde el tiempo no apura, los árboles siguen marcando las estaciones y las veredas aún guardan la memoria de los saludos lentos. En sus calles anchas y arboladas, late una identidad orgullosa: la del trabajo honesto, la tradición bien llevada y los pequeños placeres de la vida sencilla.
Con historia, con alma y con afecto. Así se cuenta Mercedes. Fue fundada en 1752 como un fuerte para proteger la frontera occidental del Virreinato, y desde entonces, creció al ritmo de la agricultura, el tren y los sueños rurales. Tierra de chacareros, de tambos, de quinteros y también de artistas, poetas y músicos.
Caminar Mercedes es detenerse en su Catedral, en sus antiguas casonas de fines del siglo XIX, en el Parque Municipal Independencia, o en la bellísima estación de trenes. Es sentarse en un banco con pan casero y mate, ver pasar una bicicleta, escuchar cómo el campo conversa con la ciudad. En Mercedes todavía se estilan los domingos con pastas, las sobremesas largas, el saludo al vecino, la puerta sin llave.
Pero si hay algo que emociona a todos los mercedinos, es lo que ocurre cuando el pueblo se viste de fiesta…
La Fiesta del Salame Quintero:
Sabor que emociona y reúne
El 8 y 9 de junio, Mercedes vuelve a ser escenario de uno de los encuentros más entrañables y deliciosos del calendario argentino: la Fiesta Nacional del Salame Quintero. Pero atención: no hablamos de cualquier salame. Hablamos de un producto artesanal, hecho con recetas familiares, sin apuro, con clima de galpón y manos que saben esperar.
El “salame quintero” es un símbolo. De los inmigrantes que lo trajeron, de los campos que dieron sus materias primas, de las costumbres que no se pierden. No es sólo embutido: es historia enrollada en tripa natural, es legado transmitido entre generaciones, es paciencia, sabor y orgullo.
La fiesta se celebra en el hermoso predio del Parque Municipal, donde cada año se reúnen productores, familias, cocineros, turistas y curiosos. Hay degustaciones, concursos, espectáculos musicales, bailes folklóricos, puestos de comidas típicas y productos regionales. Pero lo que más emociona no es la variedad, sino la energía de reencuentro que se respira.
Porque esta fiesta no sólo alimenta el cuerpo. Es una fiesta de los afectos. Quien haya visitado alguna edición lo sabe: hay mesas largas compartidas con desconocidos, hay abuelos que explican la receta mirando al nieto, hay abrazos de vecinos que se cruzan otra vez entre stands. Es un homenaje al campo argentino, a la vida de chacra, a la cultura del encuentro.
Y es también, por qué no decirlo, un homenaje al tiempo bien vivido. Al que se toma para cortar el salame fino, para elegir el queso de campo, para brindar con un vino tinto suave y mirar al otro a los ojos.
Una escapada con gusto a raíz
Mercedes es mucho más que un destino: es una oportunidad para conectarnos con lo auténtico. La fiesta del salame quintero es su punto más alto del año, pero todo en Mercedes invita a quedarse un rato más. Quizá un fin de semana, quizá una vida.
Porque en tiempos donde todo parece correr, Mercedes propone una pausa llena de sentido. Con paisajes tranquilos, gente amable, historia viva y sabor que emociona, esta ciudad merece ser visitada no una, sino muchas veces.
Y si vas el 8 o 9 de junio, dejate llevar por el sabor del salame, la música criolla, la charla con un productor y ese cielo enorme que cobija cada momento.
Ahí, entre feria y tradición, vas a entender por qué Mercedes no se recorre: se siente.
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