Milanesa: Una historia crocante que conquistó el corazón argentino
Crujiente por fuera, jugosa por dentro, la milanesa es mucho más que un plato típico: es un clásico que atraviesa generaciones, une mesas y despierta pasiones. ¿Pero sabías que su origen no es argentino? ¿Y que su historia está marcada por guerras, migraciones y hasta errores de traducción?
¿De dónde viene la milanesa?
Como su nombre lo sugiere, la milanesa tiene raíces en la ciudad de Milán, Italia. Allí, en el siglo XII, se preparaba un plato llamado cotoletta alla milanese, una costilla de ternera empanada y frita, que los soldados lombardos comían con pan y cerveza. Sin embargo, Austria también reclama su parte: aseguran que la famosa Wiener Schnitzel vienesa (similar pero sin hueso) fue la precursora del plato.
La disputa entre italianos y austríacos por el origen de la milanesa es tan antigua como sabrosa. Lo cierto es que, como muchas recetas populares, probablemente haya tenido múltiples nacimientos, con variaciones locales según la carne disponible, los condimentos y las costumbres de cada pueblo.
La llegada a la Argentina
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, una gran ola de inmigrantes italianos llegó al Río de la Plata. Con ellos trajeron sus costumbres, su idioma, su música… y por supuesto, sus recetas. Entre ellas, la cotoletta fue rápidamente adoptada por los argentinos, que la hicieron propia.
Así, en el barrio, la milanesa se volvió reina: en sándwich, con puré, en la vianda, en el plato de los domingos. Hoy no hay menú familiar sin su versión, ni restaurante sin su variante.
¿Y por qué el 3 de mayo es el Día de la Milanesa?
Esta fecha tan especial para los amantes del empanado no tiene un origen oficial, pero sí popular. Comenzó a celebrarse gracias a una iniciativa en redes sociales allá por 2012, cuando un grupo de fanáticos propuso dedicarle un día a “la milanga” con el hashtag #DíaDeLaMilanesa. El furor fue tal que cada 3 de mayo miles de personas comparten fotos, memes, recetas y anécdotas. Algunos restaurantes incluso ofrecen promociones o milanesas gigantes para celebrarlo. Desde entonces, el 3 de mayo quedó marcado en el calendario gastronómico argentino como su día.
¿Sabías que…?
En 1940, algunos restaurantes porteños empezaron a ofrecer la milanesa a la napolitana, que en realidad no es napolitana. Se dice que un cocinero del restaurante «Nápoli» de Buenos Aires tapó con salsa y queso una milanesa que se le había pasado de cocción. El cliente la amó, y así nació el mito.
En Córdoba, existe la «milanesa a la suiza» (con crema y jamón), y en el norte, las hacen con carne de llama o cabra. En Rosario, una parrillada sin milanesa a la pizza, no es parrillada.
En Perú y Bolivia, la milanesa se conoce como “apanado”. En México, como “empanizada”.
¿Y en el mundo?
La milanesa tiene primas en todas partes: el tonkatsu japonés (cerdo empanado), el schnitzel alemán, la escalopa francesa, el katsu sando (sándwich de milanesa al estilo nipón), y hasta versiones vegetarianas con berenjenas, soja o seitán.
Una anécdota bien de acá
En 2011, un grupo de fanáticos cordobeses creó el “Club de la Milanesa” para rendirle culto. Al poco tiempo, el proyecto se transformó en una cadena de restaurantes con sede en varias provincias. En sus redes, aún comparten frases como: «La milanesa no se come, se venera.»
Y como si fuera poco, en la ciudad de Resistencia (Chaco) hay una escultura pública de una milanesa con papas fritas. Sí, ¡una escultura! Porque hay quienes dicen que no hay arte más perfecto que una milanga bien hecha.
¿Cómo te gusta a vos?
Con limón, con mayonesa, a caballo, en sándwich con lechuga y tomate, con papas, puré o arroz. Cada quien tiene su milanesa ideal, y eso es lo que la vuelve un plato tan querido: su versatilidad, su historia compartida y ese aroma inconfundible que, al llegar a la mesa, nos hace sentir en casa.
Agradecemos especialmente la colaboración de:
Zi Teresa, Bistró & Almacén de Vinos